sábado, 26 de mayo de 2012

Tratamiento Farmacológico para el TDAH


Algunas formas leves de TDAH se pueden controlar a veces con tratamiento no farmacológico, sin embargo, los estudios indican que el tratamiento más eficaz es la combinación de medicación,  psicoterapia conductual, entrenamiento a los padres, y apoyo escolar.
Los niños con TDAH tienen un desequilibrio químico de los neurotransmisores, los más afectados son la Dopamina y la Noradrenalina (sustancias químicas del cerebro), lo que ocasiona un retraso en el desarrollo cerebral. Principalmente, se ve afectado el lóbulo frontal; por tanto, habrá una alteración en la atención, en el control de impulsos y en las funciones ejecutivas.
Actualmente, existen fármacos estimulantes como el metilfenidato y la dextroanfetamina y fármacos no estimulantes como la atomoxetina ,bupropion y los tricíclicos.
Los fármacos más utilizados en el trastorno son los estimulantes y la atomoxetina. Los estimulantes aumentan los niveles de dopamina y la atomoxetina aumenta  los niveles de noradrenalina. Es necesario conocer  que la medicación es segura y que los efectos secundarios son pocos y no son graves. Dichos fármacos son prescritos de acuerdo con el criterio del médico y con la aprobación de los padres.
El tratamiento farmacológico con estimulantes y atomoxetina  se ha demostrado que es eficaz entre un 70-80% en la reducción de los síntomas y es más eficaz que la psicoterapia conductual  sin medicación.
El medicamento principal para el tratamiento del TDAH es el metilfenidato. El metilfenidato es un estimulante que mejora tanto la hiperactividad como la inatención en niños con TDAH. Más de 60 años de experiencia con ésta medicación, y más de 150 estudios en diversos países confirman que es  eficaz y segura en el tratamiento.
Aunque el metilfenidato suele tolerarse bien, como es un estimulante, a veces puede producir algunos efectos secundarios generalmente leves como la disminución del apetito o del sueño, fácilmente reversibles bajando la dosis.
La atomoxetina es  otro medicamento no derivado anfetamínico de primera elección en pacientes con TDAH.  Su efecto positivo  dura todo el día y puede administrarse en una sola toma por la mañana. Además, no tiene potencial de abuso, puede mejorar la ansiedad y no empeora los tics.
A pesar de ser la atomoxetina  un medicamento nuevo, está muy bien estudiado, y lleva varios años siendo utilizado en muchos países (EE.UU., Gran Bretaña, Alemania, Canadá, Australia…).  Más de 4 millones de personas lo han tomado, sin problemas de seguridad, y con eficacia en niños, adolescentes y adultos con TDAH.
Es importante destacar que son muchos los niños que se benefician de estos tratamientos farmacológicos y que es necesario en un 80% de los casos, pero siempre  combinados con otras intervenciones tanto psico-educativas como socio-familiares, para mejorar la autonomía del niño, su déficit de atención, hiperactividad e impulsividad.
Si un alumno está medicado y los profesores del niño lo conocen, éstos pueden colaborar observando y registrando si aparecen mejoras o no en el rendimiento académico, en el comportamiento y en las relaciones con sus compañeros. Su información puede ser de gran utilidad para el médico que trata al alumno a la hora de valorar la efectividad del tratamiento farmacológico o bien la necesidad de ajustar la dosis.
También, desde el centro escolar pueden colaborar en la observación de posibles efectos secundarios tales como, irritabilidad, dolor de cabeza, nauseas, disminución del apetito, etc., y trasladar la información a los padres.
Es importante que cuando el alumno muestre resultados positivos tras la administración del fármaco, el profesor refuerce su buena conducta o buen rendimiento y no lo atribuya al fármaco; como lo haría con frases tipo “se nota que hoy te has acordado de  tomar la pastilla” o “que bien trabajas cuando tomas la pastilla”.
 A veces los niños salen adelante sin medicación, pero quizás tienen demasiados apoyos que les hacen perder autonomía. Esto  puede generar estrés en la familia; ya que los esfuerzos a lo que se ven sometidos son  demasiados. Además, en el colegio se corre el riesgo de que los demás  niños les etiqueten como el “niño diferente”.

Fuente: http://www.fundacioncadah.org/2011/11/tratamiento-farmacologico-farmacologico-en-el-tdah/

sábado, 19 de mayo de 2012

¿Cómo canalizar la ira de los niños?


Cuando hablamos de agresividad nos viene a la cabeza gente pegándose, insultándose o gritando. No obstante, la agresividad no es más que la manifestación de una emoción que subyace a ella: la ira. Cuando un niño reacciona y pega a su compañero, no debemos limitarnos a pensar que lo hace porque el otro le ha molestado, aunque es probable que así sea, sino recapacitar sobre qué valores estamos transmitiendo a nuestros hijos y qué modelos de actuación les estamos dando para que su respuesta inmediata ante un conflicto sea la agresividad o la violencia
Pero, ¿qué es la ira? Es una fuerza interna que surge de nosotros para dar respuesta a diferentes situaciones que vivimos y que nos producen tensión, malestar o frustración. No obstante, es cierto que ante las mismas frustraciones o situaciones negativas no todos respondemos de la misma forma; esta diferencia depende del temperamento de cada persona, pero también de experiencias previas, de los pensamientos y creencias, de los modelos vividos…
La ira es una emoción que es necesario encauzar de manera adecuada, expresándola a través del lenguaje u otras formas de conducta, pero huyendo de la agresividad o destrucción hacia los otros.
Aunque ciertas emociones, como la ira, la tristeza o el miedo suelan definirse como negativas, todas las emociones tienen algo positivo. La ira es muy importante, ya que hace al ser humano evolucionar y crecer interior y exteriormente. Así, cuando no conseguimos nuestros objetivos y nos enfadamos con nosotros mismos, esta emoción nos da fuerza para luchar más intensamente por lo que queremos y nos ayuda a superarnos. Por eso es importante que no la ignoremos en los niños ni intentemos que la repriman, ya que es una fuerza positiva que ayuda a mantener la vida y a avanzar hacia nuestras metas; eso sí, siempre que la canalicemos adecuadamente.
¿Qué hacer ante las conductas agresivas de nuestros hijos?
Cuando tu niño manifiesta expresiones de ira tales como gritar, pegar o romper cosas, lo más habitual es decirle: “No grites”, “No pegues”… Pero hay que pensar que la partícula “no” es una negación, y con ella pretendemos la paralización de la conducta, pero insistiendo en el “no”, no ayudaremos a nuestros hijos a saber qué hacer. Por lo tanto, es fundamental seguir una estrategia diferente:
1- Mantener el control: Es muy importante que los padres sean capaces de controlarse, ya que los niños imitan lo que ven. El dicho “haz lo que yo diga y no lo que yo haga” no vale con los niños. Si cuando te enfadas con él le gritas o incluso le insultas, será lo que él haga cuando sienta ira. Pero si le demuestras que hablando y con una actuación coherente el enfado desaparece, lo percibirá como una forma de expresión eficaz.
Para conseguir este objetivo es fundamental canalizar la ira exteriorizando los sentimientos de manera adecuada, haciendo que reflexionen y recuperen la calma, acercándonos a ellos con comprensión, escuchando activamente y dialogando sobre lo que ha pasado. Así conseguiremos que reconduzcan esos sentimientos. Para mantener el control es bueno contar hasta diez, respirar profundamente, pensar antes de actuar, hablar en un tono bajo pero firme…
2- Observar a tu hijo, investigar y reflexionar sobre su comportamiento para saber qué está pasando: Es frecuente etiquetar comportamientos de los niños sin tener en cuenta factores como si están enfermos, cansados y, por supuesto, sin valorar el tipo de comportamiento. No es lo mismo que entre en casa dando un portazo y gritando, a que esté insultando a su hermana porque le ha roto algo. Observar implica ver qué hace y por qué lo hace.
3- Reflexionar con él sobre las causas de su enfado: En el momento que el niño establece una relación directa entre motivos y conductas, comienza a analizar las situaciones de una forma más eficaz y aprende a responder también de un modo más adaptativo. También es muy importante identificar los antecedentes del comportamiento, no solo externos (me han insultado, no me deja su juguete…), sino también internos (hambre, cansancio, etc.). Y, finalmente, cuando nos cuente algo hay que prestarle una atención constante.
4- Enseñarle las conductas adecuadas que le permitirán prevenir, canalizar y no utilizar la agresión verbal o física. Si observas que cuando tu hijo quiere algo va a otro niño y se lo quita sin más, o le pega, debes ayudarle a utilizar otros comportamientos.
5- Insistir en que utilice el lenguaje. Es muy importante que utilice la palabra para expresar su ira. El hecho de que diga “Estoy enfadado” implica que ha identificado la emoción, un primer paso para expresarla adecuadamente.
6- Medir la información que damos al niño sobre su comportamiento. Hay que evitar expresiones como “eres malo por pegar a Luis”, “cuando te pones así eres insoportable”. Todas estas verbalizaciones se refieren a una calificación global y estado permanente del niño (“eres”) y sin duda minan su autoestima. Por eso es fundamental que aprendas a criticar el acto concreto y no al niño; “el hecho de que hayas pegado a Luis está muy mal y significa que no querrá jugar más contigo”.
7- Ser justo con él. En ocasiones, estarás tan enfadado que te resultará imposible no gritarle o decirle algo incorrecto. Si después, una vez calmado, reflexionas y le pides perdón por el comportamiento erróneo, verá que reconocer el error no nos hace peores y que es algo que debe hacerse cuando uno se equivoca. No por ello perderás autoridad, sino que ganarás su respeto.

Técnicas para aprender a canalizar la ira:

- Establecer normas claras que ayuden a los niños a autorregular su conducta
Una de las mayores fuentes de conflicto que tenemos en casa con los niños son las disputas que surgen por no cumplir las normas establecidas, que implican en muchas ocasiones reacciones agresivas por parte de los niños y, a veces, también del adulto. Si logramos que los niños interioricen y asuman una serie de normas, estas van a impedir que surjan conductas expansivas hacia el medio, porque los niños habrán aumentado su tolerancia a la frustración, habrán creado normas internas que comprenderán y aceptarán y no verán al adulto como el enemigo, que siempre dice cien veces lo que tiene que hacer fastidiándole cuando está jugando.
- Enseñar y reforzar comportamientos incompatibles con la agresividad
Debes enseñar al niño frases que no sean agresivas para responder a una disputa. Por ejemplo, a pedir las cosas por favor, a decir “No me molestes, por favor” en lugar de gritar o empujar… El niño comprobará que usando estas frases evita muchas discusiones y obtiene lo que quiere sin necesidad de pegarse.
El niño no debe ser ni agresivo, ni pasivo (permitir que le pisen), sino asertivo. La persona asertiva dice lo que piensa sinceramente y lo que le parece justo, pero sin faltar a los derechos de los demás ni perder los suyos.
Para enseñarle a desarrollar este tipo de conducta, podéis hacer dramatizaciones con muñecos representando diferentes situaciones (cómo pedirle a alguien que baje la música, cómo pedirle a un amigo un juguete, etc.); leerle cuentos en los que las disputas se resuelvan dialogando; alabarle cuando se comporte como es debido…
- Desarrollar la empatía
Es quizá una de las tareas más difíciles de conseguir. Ser empático es comprender al otro, factor que no implica de ninguna manera el modificar nuestros pensamientos o estar de acuerdo con él. Es ponerse en el lugar del otro para entender lo que ha hecho y por qué.
Cuando tu hijo pegue a otro debes decirle: ”Cuando te pegan a ti, ¿cómo te sientes? ¿Te gusta?”. Para trabajar la empatía con los niños, aprovechad los hechos cotidianos y cuando veáis una película o contempléis una situación en la que una de las personas está siendo agredida, haced que se ponga en su lugar y que reflexione sobre cómo se sentirá la otra persona.
Una buena idea es jugar a las adivinanzas. Proponle una situación y dale tres opciones sobre cómo se sentirá una persona si le ocurre eso.
- Aprender a rectificar y pedir perdón
Solo cuando el niño reconoce su falta, puede responsabilizarse de su actuación y corregir las consecuencias de su conducta. Pedir perdón y arrepentirse es fundamental para lograr que no vuelva a cometer el mismo acto.
- Aprender a resolver problemas
Muchas veces los niños responden de una manera agresiva porque no saben actuar de otra forma, les faltan habilidades para solucionar problemas. Para enseñarle a resolver un problema, debéis entrenaros siguiendo estas pautas:
- Identificar el problema
- Quién tiene el problema
- Posibles soluciones
- Consecuencias de cada una de estas posibles soluciones
- Elección de la mejor solución
- Puesta en práctica
- Reforzar el resultado si ha sido positivo
- Revisar el problema si ha habido un error
Podéis tener un cuaderno en el que vayáis apuntando diferentes situaciones vividas por el niño para ver cómo ha afrontado cada una de ellas.
- Desarrollar estrategias de autocontrol
Explícale claramente en qué consiste el autocontrol y ponle ejemplos concretos de la vida cotidiana en los que debe controlarse (cuando un compañero le empuja sin querer en el patio, cuando no le dejáis ver la tele más rato, cuando le ordenáis recoger la mesa y está jugando…).
Las principales técnicas de autocontrol son: modificación del pensamiento (“tengo que ganar” por “tengo que pasármelo bien e intentar ganar”); métodos de relajación (los mejores para niños son el de Jacobson y el de Shultz); autocontrol corporal (muchas veces “sueltan la mano” sin darse ni cuenta) y emocional.
 
- Fomentar una autoestima positiva
Una de las variables más significativas para la adaptación social y el éxito en la vida es tener una autoestima positiva, es decir, saberse y sentirse competente en diferentes aspectos.
La autoestima negativa es muy frecuente en los niños que siempre están siendo regañados por su mal comportamiento, lo que les genera a su vez ira y les lleva a exacerbar sus malas actitudes. Lo que los demás piensan sobre ellos les lleva a construirse una imagen de sí mismos que les obliga a comportarse de la forma que se espera de ellos, proyectándola en todos los planos de su vida. De este modo, el niño que ha sido etiquetado como “agresivo” se siente mal consigo mismo y refleja este malestar en los demás a través de las conductas negativas por las que se le recrimina. Por eso es importante evitar frases como “eres malo”.
Por el contrario, si el niño tiene una buena autoestima se comportará de forma agradable y será cooperador, responsable y asertivo. Para fomentar su autoestima, acéptale y valórale tal como es, premia sus buenos comportamientos, dale responsabilidades adecuadas a su edad, demuéstrale siempre afecto verbal y físicamente, proporciónale seguridad, respeta sus diferencias…


Fuente: http://www.todopapas.com/ninos/psicologia-infantil/como-canalizar-la-ira-en-los-ninos-3903

miércoles, 9 de mayo de 2012

Inapetencia Infantil


“No me gusta, no quiero, no tengo hambre…” la inapetencia infantil trae de cabeza a los padres. Sin embargo es importante diferenciar entre la inapetencia infantil verdadera y la que no lo es.
A veces simplemente, el niño se resiste a probar nuevos alimentos o  algunos que antes le gustaban ahora son un verdadero problema. Esto es normal. Es una etapa que suele empezar sobre los dos años, hasta más o menos los cinco. A esta edad el ritmo de crecimiento es más lento y necesitan menos calorías (suelen ganar 1 ó 2 kg por año). En este caso, lo mejor es seguir ofreciendo los alimentos (verduras, pescado…) sin forzar a que se los coma.
Si el desarrollo del niño es normal no hay de qué preocuparse. Puede deberse a  la llegada de un hermanito, cambio de casa, colegio… es decir, a una manera de llamar la atención, aunque no tiene porqué haber una causa.
Vamos a ver qué podemos hacer para distinguir la inapetencia infantil y os daremos también unos consejos para niños que comen mal

Consejos para niños mal comedores.

  • Es buena idea ir cambiando los platos, a veces se pueden cansar de comer siempre lo mismo (aunque muchos niños quieren comer siempre igual), y sobre todo es importante que a la hora de comer haya un ambiente tranquiloy no prestarle más atención de la normal a la alimentación del niño.
  • Los niños necesitan rutinas y horarios. Deben comer cuatro o cinco veces al día, si se les ofrece algo a media mañana y para merendar y no quieren comer, esperad a la comida o cena, pero no les deis nada fuera de horario.
  • Los niños pequeños suelen comer lo que necesitan, no hagáis que coman más cantidad. Es frecuente que los padres den a los hijos demasiada comida.
  • Es importante que el momento de la comida y la cena no se transforme en una lucha para que el niño se lo coma todo y coma de todo. De esta manera solo conseguiremos que coja aversión a la comida.
  • Vosotros debéis elegir que comen vuestros hijos, no al revés. No debéis preguntarles qué quieren cenar o comer. Si queréis darles la oportunidad de elegir, les podéis dar dos alternativas nutritivas. “¿Qué prefieres, macarrones y pollo rebozado, o una pizza de atún y queso (casera)?”… En las pizzas podemos poner hidratos (la masa podemos hacerla con pan de barra o de molde), proteína (atún, queso, carne, palitos de cangrejo…), verdura (calabacín, salsa de tomate, cebolla…) y lo mismo con la salsa de los macarrones. ¡En Pequerecetas tenéis recetas estupendas para abrir el apetito de vuestros peques, por ejemplo esta pizza casera!Debéis evitar los zumos comerciales, bollería, patatas fritas de bolsa y chucherías, ya que estos productos no los alimentan en absoluto, lo que hacen es saciarlos y de esta manera estaremos provocando que no coman los alimentos que si son beneficiosos.Debéis mostrar alegría cuando se lo coman todo o prueben un alimento nuevo,” ¡Qué contenta está mama!”" ¡Qué mayor, te has comido toda la verdura!”  Pero intentad no premiarlos, “si te lo comes todo iremos al parque” o peor aún, “como no has comido no iremos al parque”.

La inapetencia verdadera.

Cuando el niño está decaído, no come nada y no gana peso se convierte en un problema de salud.
Hay niños que por su inapetencia, pierden peso con facilidad y tienen crisis cetónicas frecuentes.
El hígado tiene una reserva de glucosa, cuando se ayuna, se utiliza esta glucosa para no movilizar la grasa corporal, así hay un nivel constante de azúcar en sangre. Los niños tienen muy poca glucosa en la reserva hepática, y para asegurar un buen nivel de azúcar en la sangre tienen que ir comiendo varias veces al día.
Los niños con inapetencia y que ingieren poco alimento pueden estar más cansados de lo normal, con molestias abdominales o náuseas y adelgazan con facilidad (cuando se moviliza la grasa corporal siempre se produce unestado de cetosis  en el que se eliminan los cuerpos cetónicos por la orina).

Alimentos aconsejables para evitar el adelgazamiento y las crisis de cetona.

  • Zumo de naranja y/o polen media hora antes de comer abre el apetito, no hace falta mucho, unos 50ml.
  • Pan como acompañamiento en las comidas principales (pan tostado, de barra, bastoncitos…).
  • Hidratos de carbono de absorción lenta (patatas, arroz, pasta, maíz, legumbres…).
  • Levadura de cerveza, en cada comida. Se puede poner en los yogures, leche, caldos, zumos…La levadura de cerveza contiene todos los aminoácidos esenciales, un alto contenido en hierro, vitamina B, cromo, zinc y ácido fólico. La falta de hierro y zinc a menudo provoca inapetencia.
  • Postres dulcesyogur casero con miel o mermelada, macedonia de frutas y azúcarfruta en almíbar
Por último, recordad que no sirve de nada intentar inculcar buenos hábitos de alimentación a nuestros hijos si luego ven que nosotros mismos no los seguimos.
La paciencia, constancia, firmeza y creatividad son la clave para que poco a poco vaya aceptando la comida.

Fuente: http://www.pequerecetas.com/alimentacion/infantil/inapetencia-infantil-nino-come-mal/